De tanto soñar un sueño
se convierte en pesadilla
en una noria de la que resulta
imposible bajarse cuando
está en movimiento.
Te despiertas percusionado,
has probado la realidad
sin azúcar y amarga.
Pero la mente es buena costurera
y te va probando vestidos
hasta que encuentras uno
que se ajusta a tu día,
y con él cubres la desnudez
del amanecer.
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